La oscuridad la
rodeaba cuando avanzaba por el largo pasillo. Una luz se abrió paso ante sus
ojos. Pudo ver como una mano emergía de ella. Ella tendió la suya en su búsqueda.
Cuando ya la tenía, una mano de afiladas uñas le agarró del hombro
arrastrándola hacia las sombras. En el último momento giró la cabeza en busca
del origen. Pudo distinguir una silueta cerca de la luz. Su rostro estaba
oculto por la sombras, pero un rayo encontró el camino bañándolo de luz.
Se despertó
de golpe asimilando lo que había soñado. La mano por fin tenía dueño. Quiso
borrar esa imagen de la cabeza pero no dejaba de repetirse. La alarma del móvil
la sacó del trance en el que había entrado. Se levantó y se fue a preparar.
Bajó las
escaleras con miedo a encontrarse a su madre, todavía seguía enfadada. La mujer
se encontraba en la cocina, como siempre de un lado a otro. Cuando vio a su
hija, dejó lo que estaba haciendo.
-Natalia
desayuna algo.
-Llego
tarde y no tengo hambre.
-¿Cómo no
vas a tener hambre si no comes desde ayer por la mañana?
-Pues fácil,
no teniéndolo. Y ahora me voy que no llego.
Natalia cerró
la puerta de golpe dejando a su madre preocupada, ya no sabía qué hacer con
ella.
El curso
acabó y Natalia regresó a casa. Tenía idea de irse directamente a su cuarto,
pero al final acabo cediendo y comió con su madre, dejando a la mujer más
tranquila.
En el tiempo
restante hasta que llegara Lucas, Natalia se lo pasó leyendo poniendo poco
interés en la lectura ya que no se concentraba. Estaba nerviosa y no sabía el
por qué. Bueno si que lo sabía, pero no lo quería aceptar.
Lucas llegó
cinco minutos antes a buscarla. Él la regaló un beso que ella le devolvió.
Lucas esa vez no pensó nada que hacer, por lo que decidieron dejarlo al
destino.
-Ya es hora
de que me cuentes algo de ti.
Lucas la
miro fijamente pero luego volvió a fijar su vista en el camino.
-¿Qué
quieres saber de mi?
-No sé...
Bueno… ¿de dónde eres? Mejor dicho, no eres de aquí, no te había visto antes
desde el otro día, así que ¿de dónde vienes?
-Mi pequeña
que se fija en todo. _le dedicó una sonrisa_ como has dicho no soy de aquí, pero
mis abuelos paternos sí que lo son. Vine aquí hace una semana. Había pasado un
mes con mis otros abuelos pero no aguantaba más en esa casa.
Natalia
temió preguntarle el por qué, pero no dudó en preguntarle sobre sus padres.
-¿Cómo así
no vives con tus padres?
-Mi padre
murió_ de repente su rostro se entristeció.
-¿Y tu
madre? _Natalia no quería preguntarle más por miedo a hacerle daño pero le pudo
la curiosidad.
Lucas le
soltó la mano avanzando unos pasos delante de ella. Natalia tuvo miedo de
haberse equivocado al preguntar, iba a decirle que no hacía falta que hablara
de ello, pero ya era tarde.
-Yo nunca
he tenido madre_ su tono cambó de tristeza a odio, se le notaba frío._ Esa hija
de puta, mató a mi padre. Le mató sin explicación alguna. _lo contaba con tono
tan frio, sin descomponer ni un segundo su rostro, ni un signo de debilidad
ante eso.
Natalia no
sabía que decir, las lágrimas brotaron de sus ojos al darse cuenta del terrible
pasado de ese chico.
-Pequeña,
no llores_ se situó a su lado y le limpió suavemente las lágrimas con la ayuda de
su pulgar_ todas...digo ella, ella ya pagará por ello.
En ese instante
algo hizo que Natalia se tensara, a la vez que un escalofrío recorrió todo su
cuerpo. No duró mucho ya que él posó dulcemente sus labios con los de ella
dejando atrás la cruel historia que le había contado.
Natalia no
era capaz de dejar a ese chico. Tenía miedo, lo sabía, pero otro sentimiento
también afloraba en ella haciendo que se mezclaran. No sabía qué pasaba por su
cabeza, solo que esa noche la costaría dormir. Le venía a la cabeza aquel rostro
del sueño, la historia de la madre de Lucas, la frialdad de sus palabras. Él,
el que había estado esa tarde con ella, la pesadilla, Lucas.
(Continuará...)
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