"My seventeen" no dejaba de sonar y
solo significa una cosa, tenía que levantarse ya si quería llegar a tiempo al
curso de verano. Con pocas ganas agarró las sábanas y las echo hacia atrás. Se
levantó y se dirigió al baño. Contemplaba su rostro en el espejo a la vez que
se peinaba el pelo. Siempre le había odiado. Era tan liso que ningún rizo era
capaz de permanecer mucho tiempo obligándola a llevarlo siempre igual.
-¡Nati!
¿Estás despierta?
-Si mamá
Dejó el
cepillo sobre el lavabo y se dirigió a vestirse.
-Pues baja
a desayunar.
-Ya voy.
En la
cocina se encontraba una mujer bajita de pelo corto e igual de liso que el de
ella. No paraba de recorrer la cocina de un lado a otro con cazuelas en la
mano. Natalia se acercó a ella y la dio un beso en la mejilla.
-Buenos
días mamá.
-¿Qué tal
has dormido cielo?
-Bien.
Siempre me preguntas lo mismo.
-Es mi
deber preocuparme por ti._ Últimamente es lo único que hacía. La veía diferente
aunque seguía siendo la misma físicamente algo no iba bien. Lo notaba._Bueno
desayuna y no te entretengas que vas a llegar tarde.
-Mamá, voy
con tiempo no te preocupes.
Natalia
miró el reloj de pared y ve que no, no iba con tiempo, si no corría no llegaba.
Desayunó a
toda prisa y salió corriendo de casa despidiéndose de su madre con un simple
adiós ya desde la calle.
Corría por
las calles de aquel pequeño pueblo con el corazón latiendo a toda prisa y
esperando que no se la saliera del pecho. Ya solo quedaba una calle y estaba.
Doblando la esquina a toda velocidad no le dio tiempo a ver que alguien venía.
Cayó al suelo tras chocar.
-¿Estás
bien?
Una mano
estaba tendida hacia ella. Dudó de su ayuda pero finalmente agarró la mano y se
levantó. Un chico de ojos marrones la observaba. En ese momento el reloj de la
iglesia daba las 11. Sin decir una palabra salió corriendo.
Dos horas después el curso se acababa por ese día. Tuvo suerte de llegar a tiempo. De vuelta a casa decidió cruzar por el parque ya que le permitía atajar un buen trecho. Absorta en sus pensamientos no se dio cuenta que alguien se le acercaba por la espalda. Una mano la agarró del hombro y sintió que el cuerpo se la paralizaba. Quiso gritar pero no podía. No fue hasta que le vio. Era ese chico.
-Joder, ¿no
te vale ya con que casi me matas esta mañana que vuelves a intentarlo?
-Yo hubiera
preferido que me hubieras dicho gracias.
-¿Gracias
por qué? ¿Por tirarme al suelo?
-Bueno,
vale. Lo siento. Aunque ha sido tu culpa.
-Así mejor
pero lo último no es verdad.
-Vale. Ha
sido mi culpa. ¿Me perdonas?
El chico la
sonríe haciendo que se estremezca.
-Te
perdono.
-Por
cierto, me llamo Lucas_le tiende la mano y ella la acepta.
-Natalia. Y lo siento pero me tengo que ir.
-Bueno,
pues adiós Natalia, espero volver a verte _Lucas le guiña el ojo o ese cree
ella.
Ella no le
contesta pero en cuanto se gira una sonrisa dibuja su rostro.
El camino a
casa se le hizo muy corto. En cuanto llegó subió directamente a su habitación.
No tenía hambre. Estaba cansada y el simple hecho de comer le produce un gran esfuerzo.
En cuanto se tumba en la cama los ojos se le cierran como obligados por una
gran fuerza.
Solo
oscuridad. Camina por ese largo pasillo. La luz aparece ante sus ojos. Una mano
emerge de ella. Cuando ya la tiene, otra le agarra del hombro arrastrándola
hacia las sombras. Se quiere girar, quiere saber qué es, pero se despierta de
golpe..
(Continuará...)
Me encanta la historia, es diferente y cada vez me engancha mas estoy deseando saber como va a acabar y espero que sigas escribiendo muchas.
ResponderEliminarun beso